¿Por qué debemos triunfar en la vida? Porque el triunfo está en la esencia del alma del hombre. Quien la descubre, y sigue su estela, es quien alcanza el éxito.
Cuando era niño, mi mamá me contó innumerables veces el cuento de la lechera. Una señora, con un cántaro de leche sobre su cabeza, caminaba feliz hacia el mercado, donde pensaba vender la leche.
Con el dinero recibido por la venta de la leche, compraría varias docenas de huevos; más tarde incubaría los huevos, de ellos saldrían hermosos pollitos, que se convertirían en gallinas. Con el corral lleno de gallinas, tendría suficientes huevos y carne.
Con lo obtenido por la venta de los huevos y las gallinas se compraría una ternera, que al convertirse en vaca, que le daría terneros y leche, con la que podría hacer mantequilla y queso.
Tan ensimismada iba en su fantasía que no vio una piedra que había en el camino. Tropezó en ella y el cántaro de leche terminó en el suelo y se rompió. Y el relato terminaba compadeciendo a la señora que se quedó sin leche y sin sueños.
Esta narración, a lo largo de los años, ha dado muchas vueltas en mi cabeza... hasta que un día, paseando a orillas de la playa, me llegó la respuesta. La señora volvió a su casa, buscó otro cántaro, consiguió más leche y a los pocos días estaba de nuevo camino del mercado.
Sirviéndose de la experiencia anterior, pudo esquivar los obstáculos y llegar hasta el mercado, donde vendió la leche, compró los huevos, los empolló, hizo crecer a los polluelos... y con su deseo, determinación y constancia, después de varios años, estaba en posesión de una buena manada de vacas y su sueño sí se hizo realidad...
Con el dinero recibido por la venta de la leche, compraría varias docenas de huevos; más tarde incubaría los huevos, de ellos saldrían hermosos pollitos, que se convertirían en gallinas. Con el corral lleno de gallinas, tendría suficientes huevos y carne.
Con lo obtenido por la venta de los huevos y las gallinas se compraría una ternera, que al convertirse en vaca, que le daría terneros y leche, con la que podría hacer mantequilla y queso.
Tan ensimismada iba en su fantasía que no vio una piedra que había en el camino. Tropezó en ella y el cántaro de leche terminó en el suelo y se rompió. Y el relato terminaba compadeciendo a la señora que se quedó sin leche y sin sueños.
Esta narración, a lo largo de los años, ha dado muchas vueltas en mi cabeza... hasta que un día, paseando a orillas de la playa, me llegó la respuesta. La señora volvió a su casa, buscó otro cántaro, consiguió más leche y a los pocos días estaba de nuevo camino del mercado.
Sirviéndose de la experiencia anterior, pudo esquivar los obstáculos y llegar hasta el mercado, donde vendió la leche, compró los huevos, los empolló, hizo crecer a los polluelos... y con su deseo, determinación y constancia, después de varios años, estaba en posesión de una buena manada de vacas y su sueño sí se hizo realidad...
*.*Dios mediante*.*
-*-Bendiciones infinitas-*-
.*.Se les quiere mucho.*.
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2 comentarios:
Caerse a veces es necesario porque nos ayuda a reflexionar y cambiar la estrategia pero levantarse es indispensable, hasta obligatorio.
Gracias amiga excelente texto como siempre
Me encanta este cuento!!!
Porque yo lo interpreto asi:
No debemos perder nuestro sueño, SEGUIR SIEMPRE ADELANTE.
Tendremos varios tropiezos, pero de nosotros depende que nos levantemos..
Gracias por compartir Angelica (como siempre haciendo honor a tu nombre)
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