jueves, 17 de marzo de 2011

Día nueve. Jueves I Semana de Cuaresma


Mi día comienza

El pecado es el azote más punzante que puede golpear nuestro espíritu. Nos hace aborrecibles a nuestra propia mirada; hasta que el toque del Espíritu Santo nos mueve a la contrición y transforma nuestra amargura, en la esperanza que tenemos en la misericordia de Dios.

El Espíritu comienza a sanar las heridas, a reavivar nuestro espíritu, devolviéndonos la vida. El Señor viene hacia nosotros, cuando nos parece que estamos más desamparados, y que naufragamos a causa de nuestro pecado. Pero, debido a la humildad que aprendemos en estas situaciones, somos enaltecidos en la mirada de Dios, por su misma gracia.

La contrición nos limpia, la compasión nos hace disponibles, y el deseo de Dios nos dignifica. Entonces nuestra vergüenza se transforma en gozo y felicidad. Porque nuestro amable Señor no quiere que sus criaturas pierdan la esperanza, ni siquiera cuando caen con frecuencia y gravemente.

Nuestras caídas no le impiden amarnos.


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A lo largo del día

Haznos revivir


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Mi día está terminando

En el ocaso de este día, ayúdame a vislumbrar la aurora del nuevo día y el comienzo de una vida nueva.

Transforma mi amargura en esperanza, en tu misericordia. Sana mis heridas, conforta mi espíritu y hazme revivir.

Señor, ven a mí, cuando me parezca que estoy más desamparado, naufragando por mis pecados.


Oración final

Señor, tú me conoces


Señor, tú me sondeas y me conoces,
tú sabes si me siento o me levanto;
de lejos percibes lo que pienso,
te das cuenta si camino o si descanso,
y todos mis pasos te son familiares.

Antes que la palabra esté en mi lengua,
tú, Señor, la conoces plenamente:
me rodeas por detrás y por delante
y tienes puesta tu mano sobre mí;
una ciencia tan admirable me sobrepasa:
es tan alta que no puedo alcanzarla.

¿A dónde iré para estar lejos de tu espíritu?
¿A dónde huiré de tu presencia?
Si subo al cielo, allí estás tú;
si me tiendo en el Abismo, estás presente.

Si tomara las alas de la aurora
y fuera a habitar en los confines del mar,
también allí me llevaría tu mano
y me sostendría tu derecha.

Si dijera: “¡Que me cubran las tinieblas
y que la luz sea como la noche a mi alrededor!”,
las tinieblas no serían oscuras para ti
y la noche sería clara como el día.

Tú creaste mis entrañas,
me plasmaste en el seno de mi madre:
te doy gracias por que fui formado
de manera tan admirable.
¡Qué maravillosas son tus obras!

Tú conocías hasta el fondo de mi alma
y nada de mi ser se te ocultaba,
yo era formado en lo secreto,
cuando era tejido en lo profundo de la tierra.

Tus ojos ya veían mis acciones,
todas ellas estaban en tu Libro;
mis días estaban escritos y señalados,
antes que uno solo de ellos existiera.

¡Qué difíciles son para mí tus designios!
¡Y qué inmenso, Dios mío, es el conjunto de ellos!
Si me pongo a contarlos, son más que la arena;
y si terminara de hacerlo,
aún entonces seguiría a tu lado.

Sondéame, Dios mío, y penetra en mi interior;
examíname y conoce lo que pienso;
observa si estoy en un camino falso
y llévame por el camino eterno.

.:*:.Hasta la próxima sonrisa.:*:.
*.*Dios mediante*.*
-*-Bendiciones infinitas-*-
.*.Se les quiere mucho.*.

miércoles, 16 de marzo de 2011

Día ocho. Miércoles I Semana de Cuaresma


Mi día comienza

No estamos llamados a soportar los efectos del pecado en soledad, sino unidos a Jesús en quien contemplamos el fundamento de nuestro ser.

Nos damos cuenta de que su sufrimiento y aflicción sobrepasan de tal modo todo lo que podamos sufrir, que no podemos comprender esto plenamente.

Cuando tomemos conciencia de esto, dejaremos de llorar y lamentarnos por nuestros propios sufrimientos, y comenzaremos a comprender que, aun cuando bien merecemos nuestro dolor, su amor siempre nos perdona.

Por su gran amabilidad él nunca nos reprueba, sino que nos mira con compasión y simpatía, y nos ve como niños sin culpa.

Contemplemos la misericordia de Cristo sobre nosotros.


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A lo largo del día

Su amor siempre nos disculpa.

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Mi día está terminando

En el ocaso de este día, ayúdame a vislumbrar la aurora del nuevo día y el comienzo de una vida nueva.

Por tu gran amabilidad no me repruebes; al contrario, mírame con compasión y simpatía. Sé que bien merezco mis sufrimientos.

Recuérdame, ayúdame a comprender, que tu amor siempre encuentra una razón para disculparme.


Oración final

Perdóname, Señor


Si, extenuado, caigo en medio del camino,
perdóname, Señor.
Si mi corazón vacilara un día ante el dolor,
perdóname, Señor.

Perdona mi pusilanimidad
Perdona por haberme detenido.

La mgnífica guirnalda
que ofrecí a Dios esta mañana,
está ya marchitándose;
su belleza se desvanece.
Perdóname, Señor.

.:*:.Hasta la próxima sonrisa.:*:.
*.*Dios mediante*.*
-*-Bendiciones infinitas-*-
.*.Se les quiere mucho.*.

martes, 15 de marzo de 2011

Día Siete. Martes I Semana de Cuaresma


Mi día comienza

Muchas veces, cuando tomamos conciencia de nuestras culpas y de nuestras miserias, tenemos miedo y nos avergonzamos tanto, que no sabemos qué hacer.

Pero Cristo, quiere que nos acerquemos a la Santísima Virgen María quien es una madre paciente, no quiere que salgamos corriendo; nada le disgusta más que eso.

Quiere que nos comportemos como un niño. Cuando un niño siente espanto y miedo, corre lo más rápido que puede hacia su madre y la llama a gritos: "Madre amada, ten piedad de mí. Me he metido en un lío terrible y necesito tu ayuda y tu sabiduría".

Aun cuando no sintamos un alivio inmediato, podemos estar seguros de que él se comporta como un hermano mayor que nos ayuda y ella como una madre sabia. Pues considera que nos hace bien lamentarnos y llorar, porque nos ama.

Él quiere que imitemos al niño, que naturalmente confía en el amor de su madre en toda situación.


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A lo largo del día
Estamos llamados a confiar, como los niños.

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Mi día está terminando

En el ocaso de este día, ayúdame a vislumbrar la aurora del nuevo día y el comienzo de una vida nueva.

Tú quieres que yo sea como un niño, que naturalmente confía en el amor de su madre en toda situación.

No importa cuán temeroso y avergonzado pueda sentirme en este momento. No huiré de tu presencia Señor ni la de mi Madre Celestial, no esta noche; sino que pediré tu ayuda y tu sabiduría.


Oración final

Oración de San Bernardo


Acuérdate, oh piadosísima Virgen María,
que jamás se oyó decir que hayas abandonado
a ninguno de cuantos han acudido a tu amparo,
implorando tu protección y reclamando tu auxilio.
Animado con esta confianza, también yo acudo a ti,
Virgen de virgenes, y gimiendo bajo el peso de mis
pecados, me atrevo a comparecer ante tu soberana presencia.
No deseches mis súplicas, Madre del Verbo divino, antes bien,
óyelas y acógelas benignamente. Amén.

.:*:.Hasta la próxima sonrisa.:*:.
*.*Dios mediante*.*
-*-Bendiciones infinitas-*-
.*.Se les quiere mucho.*.

lunes, 14 de marzo de 2011

Día Seis. Lunes I Semana de Cuaresma


Mi día comienza.

Nuestro Señor me ha recordado que nada se interpone en nuestro camino, sino el pecado. El pecado será inevitable, pero todo será vuelto hacia el bien, y todo será para el bien.

No me mostró el pecado en sí mismo, porque no tiene sustancia real, no es real. Pero no debemos olvidar el sufrimiento y el dolor que causa en toda la creación; y sobre todo, la total ignominia y el sacrificio que él sufrió a causa del pecado.

En su voz nunca oí un indicio de reproche. Y ya que a nosotros, que somos culpables, no se nos hacen reproches, ¿por qué, en cambio, nosotros le echamos la culpa a Dios?

Él, con su tierno amor, nos consuela diciendo: "Es verdad, el pecado causa este dolor, pero todo será para el bien".


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A lo largo del día.

Todo será para el bien.

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Mi día está terminando

En el ocaso de este día, ayúdame a vislumbrar la aurora del nuevo día y el comienzo de una vida nueva. Recuérdame el sufrimiento y el dolor que han causado mis pecados.

Pero que en tu voz no oiga el reproche que me merezco, sino tu tierno amor diciéndote otra vez, que todo será para el bien.


Oración final. Glorificación del Hijo

Jesús, levantando los ojos al cielo, oró:

-Padre, ha llegado la hora:
glorifica a tu Hijo
para que el Hijo te glorifique a ti,
ya que le diste autoridad,
sobre todos los hombres,
para que diera
Vida Eterna
a todos los que tú le has dado.
Ésta es la Vida eterna:
que te conozcan a ti,
el único Dios verdadero,
y a tu Enviado, Jesucristo.
Yo te he glorificado en la tierra,
llevando a cabo la obra
que me encomendaste.
Ahora, Padre, glorifícame junto a ti,
con la gloria que yo tenía contigo
antes que el mundo existiera.

Juan 17, 1-5.

.:*:.Hasta la próxima sonrisa.:*:.
*.*Dios mediante*.*
-*-Bendiciones infinitas-*-
.*.Se les quiere mucho.*.

domingo, 13 de marzo de 2011

Día cinco. Domingo I de Cuaresma.


La vida por encima del pecado.

Juliana de Norwich.



Mi día comienza


Nuestra vida en este mundo consiste en una extraña mezcla de bien y de mal. En un momento, somos elevados, y luego se nos permite caer. y este vaivén es tan confuso, que a veces no sabemos dónde estamos.

Pero ¡qué maravillosa confusión!. Dios quiere que confiemos en que él está siempre con nosotros. Y en medio de nuestra confusión, él está con nosotros de tres maneras: en el cielo, donde en su resurrección nos eleva hacia él; en la tierra, donde nos conduce día a día; y en lo más íntimo de nuestro ser, donde constantemente habita, para guiarnos y protegernos.

Y éste es nuestro consuelo, que sabemos en la fe que Cristo está constantemente con nosotros, para que nunca sucumbamos ante la pena y el dolor, sino para que siempre tengamos esperanza en la luz de su presencia.


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A lo largo del día

Él está constantemente con nosotros.

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Mi día está terminando

En el ocaso de este día, ayúdame a vislumbrar la aurora del nuevo día y el comienzo de una vida nueva.

Haz que viva siempre creyendo que tú estás constantemente conmigo, en los buenos y malos momentos, para que nunca sucumba ante el dolor o la confusión.

Consérvame en este, estar en tu presencia, vislumbrada aquí, aun vagamente, en el silencio y la oscuridad del recogimiento de la noche.


Oración final.

Bienaventurados.


Bienaventurados los pobres de espíritu
porque de ellos es el Reino de los Cielos.
Bienaventurados los mansos
porque poseerán en herencia la tierra.
Bienaventurados los que lloran
porque ellos serán consolados.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia,
porque ellos serán saciados.
Bienaventurados los misericordiosos
porque ellos alcanzarán misericordia.
Bienaventurados los limpios de corazón
porque ellos verán a Dios.
Bienaventurados los que trabajan por la paz
porque se llamarán Hijos de Dios.
Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia
porque de ellos es el Reino de Dios.
Bienaventurados los ultrajados por el nombre del Señor
porque tienen gran recompensa en el Cielo.

Mateo 5, 1-11.

.:*:.Hasta la próxima sonrisa.:*:.
*.*Dios mediante*.*
-*-Bendiciones infinitas-*-
.*.Se les quiere mucho.*.

sábado, 12 de marzo de 2011

Día cuatro. Sábado después de Ceniza.




Mi día comienza

Si alguien que te quiere mucho te diera un gran tesoro y te dijera: "Aprovéchalo, crece en la riqueza, pero deja que todos sepan quien te ha dado ese tesoro", te esforzarías mucho para cumplir su pedido.

Esto es lo que ha hecho tu Creador. Él te ama enormemente porque eres su criatura, y te ha dado grandes tesoros.

Pero con sus dones viene la condición de que los hagas vida en obras buenas, de que crezcas en la virtud.

Tu tarea consiste, pues, en hacer que estas gracias valgan para otros, a través de hechos justos, de modo que tu vida y tus acciones sean un espejo de aquel que te las ha dado.


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A lo largo del día

Que tu vida sea un espejo de aquel que te la dio.

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Mi día está terminando

En el ocaso de este día, ayúdame a vislumbrar la aurora del nuevo día y el comienzo de una vida nueva, no sólo para mí, sino también para otros.

Tus dones de amor y justicia no son para acumularlos, sino para multiplicarlos; para que pasen, a través de nuestra vida, a las vidas de todos los que están al alcance de nuestras manos y de nuestro corazón, de todos los que han sido llamados a la vida.


Oración final

Abba, Padre.

Ustedes oren de esta manera:
Padre nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre,
venga a nosotros tu Reino,
hágase tu voluntad en la tierra
como en el cielo.

Danos hoy nuestro pan de cada día.
Perdona nuestras ofensas,
como nosotros perdonamos
a los que nos ofenden.
No nos dejes caer en la tentación
y líbranos del mal.

Mateo 6, 9-14.

.:*:.Hasta la próxima sonrisa.:*:.
*.*Dios mediante*.*
-*-Bendiciones infinitas-*-
.*.Se les quiere mucho.*.

viernes, 11 de marzo de 2011

Día tres. Viernes después de Ceniza.


Mi día comienza.

La virtud está frente a nosotros, como una mujer cuya hermosura nos enceguece, haciéndonos señas, terrible como el relámpago, agradable como el sol.

Su belleza, que infunde temor reverencial, y su gentileza son incomprensibles. El resplandor divino de su rostro, la belleza esplendente de sus vestiduras nos ciegan.

Pero ella está dentro de todos, sosteniéndonos, sin rechazar a nadie, aun cuando nos resistimos a todos sus progresos dentro de nosotros.

Aquellos que la siguen son los que han elegido dejar atrás su incredulidad y sus opciones pecaminosas.

Ellos han elegido ponerse las nuevas vestiduras de la vida eterna. A ellos, a nosotros, ella nos dice: "No retrocedan".

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A lo largo del día No retrocedas

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Mi día está terminando

En el ocaso de este día, ayúdame a vislumbrar la aurora del nuevo día y el comienzo y el comienzo de una vida nueva.

Tú estás dentro de mí y dentro de todos, sosteniéndonos, sin rechazar a nadie, aun cuando nos resistimos a tus progresos en nosotros.

Ayúdame a dejar atrás mi incredulidad, mis galanteos con la muerte. Ayúdame a no retroceder, a no alejarme de la vida.


Oración final.

Ante la muerte del amigo Lázaro.

Y Jesús lloró.
Los judíos dijeron:
-¡Cómo lo amaba!
Y levantando los ojos
al cielo, oró:
-Padre, te doy gracias
porque me oíste.
Yo sé que siempre me oyes,
pero lo he dicho por esta gente
que me rodea
para que crean
que tú me has enviado.

Juan 11, 35-36. 41-42.

.:*:.Hasta la próxima sonrisa.:*:.
*.*Dios mediante*.*
-*-Bendiciones infinitas-*-
.*.Se les quiere mucho.*.