Quien se empeña en pegarle una pedrada
a la Luna no lo conseguirá, pero
terminará sabiendo manejar la honda.
Proverbio árabe
a la Luna no lo conseguirá, pero
terminará sabiendo manejar la honda.
Proverbio árabe
Son varias las versiones de esta historia, pero esta es la que más me gusta y además la adapté un poquito.
Luis Ríos, desde hace tres años, trabaja en una empresa, líder en servicios industriales. Está bien preparado, recibe muy buen sueldo y está a gusto en la empresa.
Pero un día decide hacer una reclamación al gerente general.
-Sr. García, le dice, llevo trabajando en la empresa tres largos años. Creo haber dado lo mejor de mí mismo; pero pienso que soy ignorado a la hora de los ascensos, porque el Sr. Pérez, que llegó a la empresa hace menos de un año, ya ha sido promovido al cargo de supervisor.
-Sí es cierto, le contesta el gerente general, pero antes de responderte quiero que me ayudes en un pequeño problema.
La empresa ha decidido dar de postre naranjas en la comida de hoy. Vete un momento al supermercado de la esquina e infórmate si tienen naranjas.
Diez minutos más tarde estaba Luis de vuelta del supermercado.
-¿Qué información me tiene Sr. Ríos?
-Sí tienen naranjas.
-¿Y cuánto cuestan?
-!Ah, no pregunté!
-¿Preguntaste si tienen suficientes para todos?
-No se me ocurrió.
-Aparte de las naranjas, ¿tienen otras frutas?
-No lo sé, señor...
El gerente mandó a llamar al Sr. Pérez, a quien solicitó el mismo mandado.
Al cabo de varios minutos estaba de vuelta.
-Bien, Sr. Pérez ¿qué información me trae?
-Señor, tienen muy buen surtido de naranjas, suficientes para todo el personal. También tienen manzanas y plátanos. Los plátanos están a muy buen precio. El precio de la naranja es a 1,50 Euros el kilo; la manzana está a 1,15 y los plátanos a 1,10. Y si se pide por cantidades hay un descuento. Dejé encargadas las naranjas, pero si deseamos cambiar, debemos avisar lo antes posible.
-Muchas gracias, Sr. Pérez.
Y dirigiéndose al Sr. Ríos, le dice:
-Sr. Ríos, ¿qué me decía?
-Nada, señor... con su permiso me retiro.
Ilustración: Vals Comunicación
Luis Ríos, desde hace tres años, trabaja en una empresa, líder en servicios industriales. Está bien preparado, recibe muy buen sueldo y está a gusto en la empresa.
Pero un día decide hacer una reclamación al gerente general.
-Sr. García, le dice, llevo trabajando en la empresa tres largos años. Creo haber dado lo mejor de mí mismo; pero pienso que soy ignorado a la hora de los ascensos, porque el Sr. Pérez, que llegó a la empresa hace menos de un año, ya ha sido promovido al cargo de supervisor.
-Sí es cierto, le contesta el gerente general, pero antes de responderte quiero que me ayudes en un pequeño problema.
La empresa ha decidido dar de postre naranjas en la comida de hoy. Vete un momento al supermercado de la esquina e infórmate si tienen naranjas.
Diez minutos más tarde estaba Luis de vuelta del supermercado.
-¿Qué información me tiene Sr. Ríos?
-Sí tienen naranjas.
-¿Y cuánto cuestan?
-!Ah, no pregunté!
-¿Preguntaste si tienen suficientes para todos?
-No se me ocurrió.
-Aparte de las naranjas, ¿tienen otras frutas?
-No lo sé, señor...
El gerente mandó a llamar al Sr. Pérez, a quien solicitó el mismo mandado.
Al cabo de varios minutos estaba de vuelta.
-Bien, Sr. Pérez ¿qué información me trae?
-Señor, tienen muy buen surtido de naranjas, suficientes para todo el personal. También tienen manzanas y plátanos. Los plátanos están a muy buen precio. El precio de la naranja es a 1,50 Euros el kilo; la manzana está a 1,15 y los plátanos a 1,10. Y si se pide por cantidades hay un descuento. Dejé encargadas las naranjas, pero si deseamos cambiar, debemos avisar lo antes posible.
-Muchas gracias, Sr. Pérez.
Y dirigiéndose al Sr. Ríos, le dice:
-Sr. Ríos, ¿qué me decía?
-Nada, señor... con su permiso me retiro.
Ilustración: Vals Comunicación