Oh, Dios de gran misericordia, Bondad infinita,
hoy toda la humanidad clama desde el abismo
de su miseria tu misericordia, y tu compasión,
oh, Dios, y grita con la potente voz de la miseria.
Oh, Dios, indulgente, no rechaces la oración
Oh, Dios, indulgente, no rechaces la oración
de los destarrados de esta tierra.
Oh, Señor, Bondad inconcebible que conoces
perfectamente nuestra miseria y sabes que
por nuestras propias fuerzas no podemos ascender hasta ti,
te imploramos anticípanos tu gracia y multiplica
incesantemente tu misericordia en nosotros,
para que cumplamos fielmente tu santa voluntad
a lo largo de nuestras vidas y en la hora de la muerte.
Que la omnipotencia de tu misericordia nos proteja
de las flechas de los enemigos de nuestra salvación
para que con confianza, como tus hijos,
esperemos la última venida, ese día que conoces sólo tú.
Y, a pesar de toda nuestra miseria, esperamos recibir
todo lo que Jesús nos ha permitido,
porque Jesús es nuestra esperanza;
a través de su Corazón misericordioso,
como a través de una puerta abierta,
entramos en el cielo. Amén.
(1570).
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Hermosisima
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