La vida es como una caja de bombones.
Cada uno tiene un aspecto distinto.
Unos son crocantes, otros tienen nueces;
unos son dulces, otros masticables.
Pero todos son deliciosos a su manera,
y si faltara alguno, la caja estaría incompleta.
Para todas las cosas hay sazón, y todo lo que se quiere
debajo del cielo, tiene su tiempo. (Eclesiastés 3:1).
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