Cuando nos perdonamos a nosotros mismos,
perdonamos más fácilmente a los demás.
Vemos la vida de otra manera.
Sólo percibimos el camino del bien y la felicidad.
Nos sentimos rodeados de amor, seguridad y dicha.
Ya no deseamos condenar o juzgar,
por lo cual no sentimos la prisión de la culpa,
nuestra o de los demás y la vida fluye más fácilmente.
Sólo vemos bondad. Contemplamos un mundo perdonado...
Nuestra paz ha sido restituida a través del perdón.
Disfruta de la libertad que el perdón te brinda.
1 comentario:
Gracias por compartir es hermoso!! Siempre un grato placer pasar a leerte!!
Besos y muchos abrazos de luz!!
Beatriz
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